En 2002, un Berlanga que contaba ya con 80 años y esba de vuelta de casi todo, decidió rodar este corto que parece no tener que ver con la censurada idea original de los sueños de la profesora; sueños demasiado ácidos y corrosivos para la época. ¿Tal vez también para esta? La maestra original es, por fuerza, sustituida por Luisa Martín, quien explica a sus pupilos las diversas formas legales de matar, véase la silla eléctrica, la horca, guillotina, garrote vil… Una coreografía de atrocidades encabezada por una falla homenaje al director que se plantó en Valencia e imágenes de Franco dándole a la labia en su balcón de la Plaza de Oriente, ingeniosamente doblado para la ocasión. Santiago Segura y Manuel Alexandre completan el elenco de este divertido y mordaz cortometraje lleno de guiños a actores como Pepe Isbert, a otros directores y coetáneos, a la cultura de la post-guerra y a la propia película Bienvenido Mr. Marshall. Es un trabajo crudo, ácido y muy irónico, negrísimo se mire por donde se mire, que supone además un duro alegato contra la pena de muerte y, de paso, no deja demasiado bien parada a nuestra historia reciente
El Sueño De La Maestra
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