Los adversarios de la ciudadanía
Fernando Savater. El País. 31/5/2.012
El tiempo tiene sus paradojas, como el espacio, y en el mismo momento
coinciden a veces instancias opuestas. Un par de días después de
enterarnos que Martha C. Nussbaum había ganado el Premio Príncipe de
Asturias, se filtraron en la prensa los detalles de las modificaciones
que el Ministerio de Educación va a imponer al temario de la maltratada
asignatura de Educación para la Ciudadanía, que entre zarandeos varios
ha perdido hasta el nombre.
La paradoja de esa coincidencia estriba en
que Nussbaum es una decidida propugnadora de la formación cívica que
debe incluir la educación en nuestras democracias. Frente a quienes
pretenden (sobre todo ahora, en época de crisis) que la educación debe
centrarse solamente en la instrucción en materias de aplicación práctica
con perspectivas laborales, ella sostiene que “no nos vemos obligados a
elegir entre una forma de educación que promueve la rentabilidad y una
forma de educación que promueve el civismo.
La prosperidad económica
requiere las mismas aptitudes necesarias para ser buen ciudadano”. Una
observación tanto más pertinente cuando estamos viendo hasta qué punto
la ciudadanía deficiente, tanto la de los especuladores financieros como
la de quienes rehúyen los impuestos o malbaratan los servicios
públicos, se convierte en causa de desastre social. El libro en que
Nussbaum hace esta constatación se llama: Sin fines de lucro
(ed. Katz), pero podemos decir también que la carencia de formación
cívica es tan dañina para la riqueza social como para los demás aspectos
de nuestra convivencia.
En esta obra, Nussbaum pasa revista a centros escolares y
universitarios de diferentes latitudes. Hace especial mención de la
India y de las sugestivas teorías educativas de Rabindranath Tagore, de
cuyo nacimiento acaban de cumplirse precisamente 150 años. Hablando de
las deficiencias de formación en ese país, recoge un testimonio que bien
podría también asignarse al nuestro: “La mayoría de ellos (los
escolares) fueron criados con la idea de que conseguir un buen trabajo
es el objetivo principal de la educación. El concepto de que las
personas deben aprender cosas que las preparen para ejercer su
ciudadanía de manera activa y reflexiva es una idea que jamás se les
cruzó por el camino”. En un libro anterior y más extenso, Cultivar la humanidad,
la autora sostiene la importancia para el civismo de combatir los
prejuicios sexistas y rechaza expresamente la acusación de
“adoctrinamiento” que suele darse a tales planteamientos.
Más allá de
que sus opiniones puedan y deban ser discutidas, puesto que como se
exponen argumentadamente buscan serlo, uno no puede por menos de
felicitar a la profesora Nussbaum por su precaución de nacer en Nueva
York y dar clases en Chicago. Gracias a ello su reputación, por polémica
que sea, la ha merecido el Príncipe de Asturias. Si por descuido
hubiese nacido aquí y diera clases en un instituto de Leganés, ahora
quizá lamentase que no le hubieran renovado el contrato por subversiva…
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