El Conejo y el León
Augusto Monterroso
Un celebre Psicoanalista se encontró cierto
día en medio de la Selva, semiperdido.
Augusto Monterroso
Con la fuerza que dan el instinto y el afán de
investigación logró fácilmente subirse a un altísimo árbol, desde el cual pudo
observar a su antojo no sólo la lenta puesta del sol sino además la vida y
costumbres de algunos animales, que comparó una y otra vez con las de los
humanos.
Al caer la tarde vio aparecer, por un lado, al
Conejo; por otro, al León.
En un principio no sucedió nada digno de
mencionarse, pero poco después ambos animales sintieron sus respectivas
presencias y, cuando toparon el uno con el otro, cada cual reaccionó como lo
había venido haciendo desde que el hombre era hombre.
El León estremeció la Selva con sus rugidos,
sacudió la melena majestuosamente como era su costumbre y hendió el aire con sus
garras enormes; por su parte, el Conejo respiró con mayor celeridad, vio un
instante a los ojos del León, dio media vuelta y se alejó corriendo.
De regreso a la ciudad el celebre
Psicoanalista publicó cum laude su famoso tratado en que demuestra que el
León es el animal más infantil y cobarde de la Selva, y el Conejo el más
valiente y maduro: el León ruge y hace gestos y amenaza al universo movido por
el miedo; el Conejo advierte esto, conoce su propia fuerza, y se retira antes de
perder la paciencia y acabar con aquel ser extravagante y fuera de sí, al que
comprende y que después de todo no le ha hecho nada
Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 21 de diciembre de 1921 – México, D. F., 7 de febrero de 2003), escritor hispanoamericano, conocido por sus colecciones de relatos breves e hiperbreves.
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