Culpables de ser pobres.
Pobreza y Neoliberalismo.
Milagros Pérez Oliva
La criminalización del parado como sospechoso de holgazanería cala en el discurso político
Con ese relato, los poderes buscan justificar el abandono a su suerte del más desfavorecido y neutralizar cualquier resistencia a las medidas de ajuste.
En España hay 1.737.000 hogares en los que todos sus miembros están en paro
Si es pobre, por algo será. Si le van mal las cosas, es que no se ha esforzado suficiente. Como una lluvia fina, el pensamiento que culpabiliza al pobre por ser pobre y al parado por no encontrar trabajo va calando en el discurso político. Es en realidad el reverso del ideario del liberalismo económico, que entroniza la figura del emprendedor como modelo social y sitúa la competitividad como motor de cualquier progreso. En fase de bonanza económica, especialmente si está basada en dinámicas especulativas, este ideario tiene una gran aceptación social porque siempre hay historias de éxito fulgurante que mostrar. Pero en tiempos de crisis, puede volverse fácilmente contra los pobres y los parados, a los que se presenta como sospechosos de holgazanería y culpables de haber malbaratado sus oportunidades.
Aunque pocas veces se expresa abiertamente, el desprecio por quienes
necesitan ayudas públicas acaba aflorando. A veces de forma inoportuna,
como le ha ocurrido al candidato republicano Mitt Romney. Sugerir que casi la mitad de los norteamericanos son parásitos sociales
ha arruinado su carrera a la presidencia de Estados Unidos. Otras, de
forma estridente, como cuando la diputada Andrea Fabra lanzó en el
Congreso de los Diputados aquel burdo “que se jodan”
en el momento en que se debatía recortar prestaciones a los parados. Y a
veces sibilinamente, como cuando el diputado Josep Antoni Duran i
Lleida afirmó que mientras los payeses catalanes lo pasan mal, en otras
partes de España “hay campesinos que pueden quedarse en el bar de la plaza y continúan cobrando”.
Estas palabras no son inocentes. “El relato que se hace de lo que
ocurre es determinante porque contribuye a construir el marco conceptual
que servirá de referencia a la hora de valorar lo que ocurre”, explica
Montserrat Ribas, profesora de la Universidad Pompeu Fabra
y coordinadora del grupo de investigación sobre Estudios del Discurso.
Si en ese relato se introduce la idea de que los parados y los pobres
son parásitos, es presumible que cuando se decidan recortes en las
prestaciones, estos no encuentren resistencia entre quienes no sufren
esa situación.
El sociolingüista George Lakoff, autor del libro No pienses en un elefante,
ha definido el papel de estos marcos conceptuales en la conformación de
la opinión pública. Cuando la ideología conservadora, afirma Lakoff,
utiliza por ejemplo la expresión “hay que aliviar la carga impositiva”,
el marco conceptual en el que se inscribe implica una visión de los
impuestos como algo que aprieta, que oprime a la sociedad. Del mismo
modo, cuando Mitt Romney se refiere a “ese 47% de la población
norteamericana que no paga impuestos y depende de las Ayudas del
Estado”, que se siente “víctima” y se “cree con derecho a recibir
atención médica, comida o vivienda”, está diciendo que ni es víctima ni
tiene derecho a esas ayudas. Esa idea forma parte de un marco ideológico
según el cual, cada uno ha de espabilarse y si alguien es pobre o
fracasa, es por su culpa. Algo habrá hecho mal. En este marco
conceptual, los poderes se sienten legitimados para abandonar a su
suerte a los desfavorecidos...
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Fuente:
El País.5.10.2012
"los otros bancos, éstos sin techos y sin rescate"
Milagros Pérez Oliva (Benasque, Huesca, 1955) es licenciada en Ciencias de la Información.
Especialista en temas biomédicos, es profesora de la Escuela de Periodismo UAM-ELPAÍS y lo ha sido también de la Universidad Pompeu Fabra, de cuyo Consejo Social es miembro.
Especialista en temas biomédicos, es profesora de la Escuela de Periodismo UAM-ELPAÍS y lo ha sido también de la Universidad Pompeu Fabra, de cuyo Consejo Social es miembro.
Es colaboradora del programa «Bon dia Catalunya» de TV3, de la Cadena SER y desde 1982 trabaja para el diario El País.
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