Frustración, indignación, decepción… Estos y otros adjetivos describen a
una generación de universitarios, con máster, posgrado, idiomas, que
empezaron a trabajar de mileuristas y ahora darían lo que fuera por ese
sueldo. Esa generación, que se siente engañada por promesas no cumplidas
después de decirnos: “Estudia, fórmate, prepárate y tendrás un buen
puesto de trabajo, un buen futuro… blablablá”.
¿Qué más formación
quieren? Empezamos desde cero una y otra vez, siempre que se acaba
nuestro contrato temporal y firmamos otro en peores condiciones. Hemos
sacrificado años de nuestra juventud estudiando, luchando por un sueño y
ahora sacrificamos nuestras relaciones personales en busca de un
empleo. ¿Qué más tenemos que sacrificar? ¿Cuándo llegará el tiempo de
esperanza a mi generación, a la generación perdida?
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