Debemos atender.
"No se puede pedir a los médicos que vayamos en contra de nuestro propio código ético"
A partir del uno de septiembre la nueva regulación excluirá a los inmigrantes irregulares del acceso al servicio público de salud salvo en casos de urgencias, en la maternidad o a los más jóvenes.
La asfixiante situación económica de nuestro país está llevando al
Ejecutivo a adoptar medidas de recorte y contención del gasto público
por medio de leyes, reales decretos y otras normas, incluso en pleno mes
vacacional.
Ahora toca el turno a un tema altamente sensible desde el
punto de vista social, como es la regulación de la asistencia a los
ciudadanos extranjeros no beneficiarios que no hayan cotizado nunca.
Este es un tema que ya calentaba motores a lo largo de los últimos
meses y que ha generado debate y controversia, por lo delicado desde el
punto de vista ético, profesional y desde posicionamientos sociológicos y
políticos.
Hay que recordar que desde el punto de vista ético y
deontológico los médicos debemos atender a cuantos ciudadanos soliciten
nuestra ayuda, sin distinción de raza, ideología, condición, estado
social o nacionalidad. También es cierto que, como profesionales
asalariados en el sistema público, debemos velar por una adecuada
equidad en el sistema y por una redistribución adecuada de los gastos.
En estos casos, los profesionales debemos hacer compatibles los
criterios económicos junto a los profesionales, haciendo que se
armonicen de manera adecuada y tratando de que si algún criterio
sobresale, siempre sea el médico y humanístico. Este hace imperioso que
la salud pública, de la que dependen temas comunitarios de gran
trascendencia como control de infecciones, vacunaciones, etcétera, tenga
una regulación de las Administraciones para garantizar su eficacia y
optimización de costes.
Los principios básicos de la ética médica como la No maleficencia, la
Autonomía, la Justicia y la Beneficencia son los pilares básicos de
todo ejercicio profesional, y no debemos sentirnos presos de coacciones y
condicionantes políticos, económicos o de cualquier otro tipo, que no
redunden en beneficio del paciente.
Es evidente que hay que regular el turismo sanitario incontrolado y
la emigración ilegal, pero no se nos puede pedir a los médicos que
vayamos en contra de nuestro propio código ético. Los médicos debemos
hacer una adecuada gestión de los fondos públicos, pero también debemos
atender a nuestros pacientes, aun siendo emigrantes. La cordura debe de
imponerse y existen otras medidas de control del gasto que pueden
llevarse a cabo sin menoscabo de vulnerar los principios éticos.
El Pais 9 de Agosto 2.012
Comentarios