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La Mujer es el Diablo (III). Eduardo Galeano.



La Mujer es el Diablo (III). Eduardo Galeano.

Griegas



De un dolor de cabeza, puede nacer una diosa. Atenea brotó de la dolida cabeza de su padre, Zeus, que se abrió para darle nacimiento. Ella fue parida sin madre.


Tiempo después, su voto resultó decisivo en el tribunal de los dioses,
cuando el Olimpo tuvo que pronunciar una sentencia difícil.


Para vengar a su papá, Electra y su hermano Orestes habían partido de un hachazo el pescuezo de su mamá.


Las Furias acusaban. Exigían que los asesinos fueran apedreados hasta la muerte, porque es sagrada la vida de una reina y quien mata a la madre no tiene perdón.


Apolo asumió la defensa. Sostuvo que los acusados eran hijos de madre
indigna y que la maternidad no tenía la menor importancia. Una madre, afirmó


Apolo, no es más que el surco inerte donde el hombre echa su semilla.
De los trece dioses del jurado, seis votaron por la condenación y seis por la absolución.


Atenea decidía el desempate. Ella votó contra la madre que no tuvo y dio vida eterna al poder macho en Atenas.

Romanas

Cicerón había explicado que las mujeres debían estar sometidas a
guardianes masculinos debido a la debilidad de su intelecto.

Las romanas pasaban de manos de varón a manos de varón. El padre que casaba a su hija podía cederla al mando en propiedad o entregársela en préstamo.


De todos modos, lo que importaba era la dote, el patrimonio, la
herencia: del placer se encargaban las esclavas.


Los médicos romanos creían, como Aristóteles, que las mujeres, todas,
patricias, plebeyas o esclavas, tenían menos dientes y menos cerebro que los hombres y que en los días de menstruación empañaban los espejos con un velo rojizo.


Plinio el Viejo, la mayor autoridad científica del imperio, demostró que la mujer menstruada agriaba el vino nuevo, esterilizaba las cosechas, secaba las semillas y las frutas, mataba los injertos de plantas y los enjambres de abejas, herrumbraba el bronce y volvía locos a los perros.

Hebreas
Según el Antiguo Testamento, las hijas de Eva seguían sufriendo el castigo divino.
Podían morir apedreadas las adúlteras, las hechiceras y las mujeres que no llegaran vírgenes al matrimonio;
marchaban a la hoguera las que se prostituían siendo hijas de sacerdotes y la ley divina mandaba cortar la mano de la mujer que agarrara a un hombre por los huevos, aunque fuera en defensa propia o en defensa de su marido.


Durante cuarenta días quedaba impura la mujer que paría hijo varón.
Ochenta días duraba su suciedad, si era niña.
Impura era la mujer con menstruación, por siete días y sus noches, y
trasmitía su impureza a cualquiera que la tocara o tocara la silla donde se sentaba o el lecho donde dormía.



Algo menos diablo fué el rol social de determinadas mujeres no esclavas en Egipto...

Egipcias
Heródoto, venido de Grecia, comprobó que el río y el cielo de Egipto no se parecían a ningún otro río ni a
ningún otro cielo, y lo mismo ocurría con las costumbres.


Gente rara, los egipcios: amasaban la harina con los pies y el barro
con las manos, y momificaban a sus gatos muertos y los guardaban en cámaras sagradas.


Pero lo que más llamaba laatención era el lugar que las mujeres ocupaban entre los hombres. Ellas, fueran nobles o plebeyas, se casaban libremente y sin renunciar a sus nombres ni a sus bienes.


La educación, la propiedad, el trabajo y la herencia eran derechos de ellas, y no sólo de ellos, y eran ellas quienes hacían las compras en el mercado mientras ellos estaban tejiendo en casa.


Según Heródoto, que era bastante inventón, ellas meaban de pie y ellos, de rodillas.


"Espejos". Una Historia casi Universal. Eduardo Galeano


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