¡Ojalá seáis siempre muy felices!.
Cuentos para pensar y soñar un mundo nuevo.
Un anciano iba una vez por un camino polvoriento cuando de repente vió venir en sentido contrario a unos jinetes cabalgando a toda velocidad. El viejecito no tuvo tiempo de apartarse y cayó rodando por el margen. Aún desde el suelo, el pobre anciano gritó bien fuerte hacia los jinetes: "!Ojalá seáis siempre muy felices!".
Un hombre que pasaba por allí y que había presenciado toda la escena le ayudó a levantarse y le dijo: "Usted debe de ser muy buena persona, porque he visto como esos granujas le han hecho caer y va usted, y encima, les desea felicidad...".
El anciano contestó: "No lo crea, buen hombre. Es solo que la experiencia de los años me ha enseñado que las personas felices no necesitan ir por el mundo atropellando a la gente".
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